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Abreviaturas empleadas:
*** Aumento de la mortalidad, trombosis, flebitis, embolia pulmonar.
Quiero destacar dos puntos importantes: 1- Estos trabajos han sido realizados por instituciones oficiales tales como el Instituto Nacional del Cáncer de los EE.UU., la Sociedad Americana del Cáncer, la FDA (Food and Drug Administration); por universidades y facultades médicas importantes tales como la Universidad de Oxford, la Facultad de Medicina de la Universidad de California del Sur, la Universidad del Noroeste de Chicago; por grandes hospitales tales como la clínica Mayo, el centro médico Kaiser, etc. 2- Estos trabajos han sido publicados en revistas ortodoxas tales como la revista de la Asociación Médica Americana, la revista Lancet, el New England Journal of Medicine, la revista de Obstetricia y Ginecología, los Anales de Medicina Interna, etc. Pero esto no es simplemente una llamada de atención para que reconozcáis la validez científica de estos trabajos, elaborados por las más prestigiosas instituciones de la medicina ortodoxa y publicados en sus mejores órganos de difusión. Su validez es incuestionable, a pesar de que algunas instituciones, como es el caso del Instituto Nacional del Cáncer, están financiadas y controladas por los industriales de la medicina directa e indirectamente, y tienen sus puestos claves copados por sus asalariados. Por ejemplo, el Panel Consultivo Nacional del Cáncer (un influyente grupo formado por tres miembros con acceso directo al Presidente, ahora llamado el Panel del Cáncer del Presidente) del Instituto Nacional del Cáncer de los EE.UU., estaba dirigido en 1990 por Armand Hammer. Hammer, por las mismas fechas, también era presidente de Occidental Petroleum, una de las principales compañías contaminantes y productoras de sustancias químicas carcinógenas (3). Su validez es, sin embargo, cuestionable por otros motivos. Sabemos que las autorizaciones del organismo oficial de control de fármacos en los Estados Unidos, la FDA, para comercializar los estrógenos sintéticos fueron dadas, entre otros, por el médico principal de la FDA, el doctor J.F. Sadusk, que fue obsequiado en 1964 con un jugoso puesto en la multinacional Parke Davis, que fabrica anticonceptivos orales. El consejo consultor de la FDA cuenta con un gran número de miembros que tienen relaciones, no sólo con la industria farmacéutica que fabrica anticonceptivos, sino también con la política de control de la población, tal y como hemos denunciado en el nº 59 de la revista. El papel reaccionario de la Asociación Médica Americana (AMA) quedó claramente desvelado cuando se opuso a la difusión, en 1970, de un texto de la corrupta FDA, que pretendía difundir una advertencia muy moderada sobre los efectos secundarios de los estrógenos, la cual debía incluirse en los envases de la píldora, objetando que "se corría el riesgo de asustar inútilmente a las mujeres y de interferir en la relación médico-paciente" (ver nº 59). Además, las publicaciones en revistas científicas ortodoxas consideradas como referencia, es decir, consideradas las mejores, están pagadas por la industria médica mediante su publicidad. Hasta un imbecil sabe que quién paga manda y decide lo que se publicará y lo que no. Por lo tanto, los resultados de estos estudios, aunque demuestran claramente que la THS aumenta los riesgos de cáncer y de otras enfermedades graves, pueden ser sólo la punta del iceberg, y dentro de algunas generaciones nos empezaremos a enterar de lo que hay debajo, como sucedió en el caso de la primera hormona sintética: el DES (3-4).
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